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La erosión fluvial del Sil ha labrado sin pausa la profunda grieta que lo conduce hasta desembocar en la izquierda delMiño. En sus paredes imposibles buscaron refugio monjes y eremitas que con la misma paciencia secular las poblaron de monasterios. Hasta una docena de cenobios, románicos y benedictinos la mayoría, que le dieron el nombre ya documentado desde la Edad Media de Rivoyra Sacrata.
Aunque se trate de uno de los mejores espacios naturales definidos por los dos grandes ríos, nadie sabe dónde comienza y acaba exactamente la Ribeira Sacra. Puede que sus límites verdaderos vengan dados por la presencia de las vides en las laderas de solana. De aquí salían los vinos de Amandi que alcanzaron fama de exquisitos ya en tiempos del Imperio romano, y hoy cuentan con una Denominación de Origen que los ampara.
Los monasterios fueron exclaustrados y las aguas remansadas en sucesivos embalses, pero la fuerza del paisaje sigue latiendo en cada cosecha de sus frutos. Admira la difícil vendimia en las fuertes pendientes sólo cultivables en bancales, en la mejor muestra de paisaje humanizado sin prisa.